Bosé

Es la primera serie nacional que apareció en el catálogo de promoción de SkyShowtime. La historia del actor, cantante y bailarín, hijo de Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé, tenía casi todos los componentes dramáticos que rodean a la vida de los grandes artistas: fama, talento, decadencia, adicciones, narcisismo, idas y venidas afectivas, morbo… Así se presentaba la serie en una promoción bastante engañosa. Quienes pensasen encontrar una versión tipo Euphoria de uno de los cantantes más importantes de Hispanoamérica, quedarán defraudados. Hay escenas de fiestas bacanales, pero mucho menos presente que lo que anunciaban los trailer y campañas de publicidad.

El creador de la serie es Nacho Faerna, un guionista veterano que hasta ahora no había destacado por la sutileza y creatividad en su trabajo en series como Amar es para siempre, La fuga, Antivicio. Entre los guionistas de la serie está la ex Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde (Mentiras y gordas, La buena estrella, El comensal) y el presentador de televisión Boris Izaguirre. La serie tiene un diseño de producción notable, que muestran una vida de éxito internacional, conciertos multitudinarios, actuaciones en televisión, y algunas etapas de lujo y fiestas desatadas.

La vida del cantante se cuenta en tres períodos distintos que se alternan con bastante claridad mostrando su adolescencia, primera juventud y madurez-paternidad. El desequilibrio empieza en el casting, porque José Pastor es un Miguel Bosé veinteañero muy reconocible en su composición física, mientras que Iván Sánchez tiene mucha más distancia con el personaje, tanto física como de ruptura con la alegría vital de su versión juvenil. Por otro lado, Nacho Fresneda en un grandísimo actor especializado en personajes impulsivos (El reino, Antidisturbios), pero su interpretación de Luis Miguel Dominguín está demasiado imbuida por diálogos toscos que definen un psicología demasiado primaria. Y lo de Miguel Ángel Muñoz imitando (más que interpretando) a Julio Iglesias ha dado motivo a comentarios muy ácidos en redes sociales.

Aunque la serie no cae tan bajo como los biopic de famosos de Mediaset, hay un tono artificial e inverosímil en los diálogos que hace recordar a esas ficciones. La constante voz en off de la serie define un producto autocomplaciente y postizo, en el que es muy difícil adentrarse en los personajes en busca de verdad y matices. Teniendo en cuenta la trayectoria del cantante (más de 40 años en los escenarios), la serie resulta muy pequeña tanto en el reflejo del carisma del protagonista como de la época que vivió y la influencia que tuvo en la sociedad.

Claudio Sánchez

Citadel

La segunda serie más cara de la historia de la televisión, también en Amazon Prime. La primera también fue El Señor de los anillos: Los anillos del poder, estrenada hace un año. Las dos muestran en cada minuto los valores de producción y la falta de talento en el guion. Citadel se presenta como una producción de los hermanos Russo, que tan buen resultado le han dado a Marvel con El soldado de invierno o Endgame, pero muy poco tiene que ver con esos títulos.

La trama de espionaje internacional tiene todos los ingredientes para que la serie pueda tirar del hilo durante décadas provocando innumerables escenas espectaculares. En el protagonista hay posos de los Bourne o Ethan Hunt, pero ni Richard Madden es Matt Dammon o Tom Cruise, ni el guion de Citadel tiene la sovencia de esas películas.

Una nota muy representativa de la decadencia de la serie es el personaje interpretado por Lesley Manville, una embajadora que pretende reconstruir el planeta a base de telefonazos a sicarios unineuronales de gatillo rápido que le obedecen sumisamente. Todo es tan forzado e inverosímil como impersonal. Un espectáculo tan plano y convencional que es muy díficil defenderlo.

Por si fuera poco, no falta la mujer explosiva que dispara y mata como si fuese Rambo, pero siempre vestida de Dior y perfumada con Dolcce Gabanna. La crítica no ha tenido piedad con Priyanca Chopro (Quantico) ni con el resto de la serie, y el público tampoco. Aún así habrá, como poco, una segunda temporada, aunque todavía no se ha confirmado la fecha de estreno.

Firma: Claudio Sánchez

Una y otra vez

John Crowley realizó en 2015 una de las sorpresas del año. De producción irlandesa, Brooklyn terminó siendo una de las protagonistas en las nominaciones a los Oscar, con candidaturas a la mejor película, guion adaptado y actriz principal (Saoirse Ronan). Es verdad que el resto de su filmografía es mucho menos meritoria (El jilguero, Circuito cerrado, Hay alguién ahí), pero su nombre en la dirección de la miniserie británica Una y otra vez daba bastantes esperanzas.

En el reparto de la serie hay una actriz joven y luminosa, Thomasin McKenzie, inolvidable como chica judía escondida en casa del pequeño “nazi” Jojo Rabbitt. La dirección de arte, la música y las localizaciones también resultan muy atractivas para el espectador, pero esta elegancia se acaba de romper por completo en el segundo capítulo. Llegados a ese punto, queda claro que no estamos ante otro regalo británico para la vista y la sensibilidad, sino una telenovela sensacionalista plagada de trampas y frivolidad. Una mezcla entre mágica y pseudoreligiosa en el que cabe el budismo como el hinduismo, pero en cualquier caso lo que impera es el exceso de causalidades y la falta de verosimilitud.

Firma: Claudio Sánchez   

La diplomática

Se acaba de estrenar en Amazon Prime hace unos días Citadel, la segunda serie más cara de la historia de la televisión, solo por detrás de El Señor de los anillos, también de Amazon. En Citadel hay una organización internacional que quiere cambiar el orden mundial, liderada por la embajadora británica interpretada por Lesley Manville. Sus métodos se asemejan a los de la Familia Corleone: eficacia, el fin justifica los medios… La diplomática que acaba de estrenar Netflix también está protagonizada por una embajadora, pero en esta ocasión es de verdad. Incluso a veces parece escrita por Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca, Algunos hombres buenos, La guerra de Charlie Wilson) por la trepidación de diálogos inteligentes y decisiones inmediatas.

La serie crítica el sentimalismo político de muchos dirigentes que son capaces de empezar una guerra mundial por una antipatía personal. La protagonista, interpretada por Keri Russell (August Rush, The Americans), es un personaje marcado por la desconfianza en su matrimonio, pero también con la prudencia y veteranía de muchos años en lugares de conflicto internacional. Se nota que el guion está documentado al definir la tensión en Estados Unidos, Inglaterra e Irán, que genera un dinamismo en la historia que se agradece. Menos suerte tienen el drama personal de los personajes, muy anclado en la superficialidad y las relaciones esporádicas, con una utilización insistente del lenguaje soez y la sensualidad. Sin esos ingredientes la serie seguiría sin ser de Sorkin, pero tendría la profundidad e ironía de sus guiones.

El público ha respondido positivamente a la serie, convirtiéndola en una de las más vistas de la plataforma. Netflix acaba de confirmar el rodaje de  la segunda temporada.

Claudio Sánchez

Mythic Quest: banquete de cuervos

Incisiva parodia sobre la sociedad actual que parte de la creación de un videojuego de éxito. La serie despliega con acierto muchos perfiles dramáticos con aire cómico entre sus personajes principales: la egolatría del creador del videojuego, el enfoque exclusivamente económico del director financiero, la inseguridad de la desarrolladora informática o la trivialidad del productor en la toma de decisiones. Juntos tienen que afrontar grandes crisis que se van produciendo a lo largo de los capítulos. Y, aunque son un equipo, cada uno funciona según su reducido punto de vista, provocando divertidas tensiones entre ellos.

Repiten equipo tanto los creadores como algunos de los actores de la divertida y longeva Colgados en Filadelfia, serie muy afamada en Estados Unidos. No así el actor F. Murray Abraham (Amadeus, The White Lotus), que destaca dentro de un reparto bien escogido y que cumple.

La serie no rehúsa tratar algunos temas candentes de la actualidad. Especialmente la pleitesía que se rinde a lo políticamente correcto. Algunas de las crisis son fruto del miedo a la reacción de la opinión pública al respecto de, por ejemplo, el aumento de jugadores que expresan su filiación nazi. Para solucionar el problema se nombra un Comité ético plural, seleccionando a cada miembro por su pertenencia a una minoría, descartando a otros de igual valía o competencia. Y cada intervención en dicho comité tiene que ser cauta y medida, para no herir ninguna de las sensibilidades de los presentes. Lo que provoca situaciones hilarantes, pero a la vez muy críticas con nuestra sociedad.

También es perturbador cómo se decide la inclusión de elementos nuevos en el videojuego, cuya única pretensión es crear una mayor adicción, como la fundación de un casino o el aumento de la ya excesiva violencia. Es grotesco e inquietante que el éxito de cada innovación sea decidido por un streamer de doce años. Sus apariciones en directo son muy ácidas, ya que su vara de medir responde a su capricho, pero tiene en vilo a todo el equipo de desarrolladores.

Quizá se eche en falta algo de profundidad, ya que sencillamente trata estos temas con una intención humorística. Además, la serie parece que se rinde en algunos momentos precisamente a lo que critica. Pero en líneas generales nos encontramos, ante una serie divertida, de capítulos breves y con ritmo, y que a la vez aporta una visión de nuestro mundo atrevida y que permite reflexionar sobre él.

Firma: Daniel Núñez Hernández

The Offer

La producción de una película puede convertirse en una auténtica aventura, propia del argumento de una serie. Y más si la película trata sobre la mafia italoamericana y su influencia social y política dentro de los Estados Unidos. El Padrino, una obra maestra capital dentro de la historia del cine y es un ejemplo de ello. Narrado al detalle por su productor, Al Ruddy, el creador de la serie, Michael Tolkin (El juego de Hollywood, Fuga en Dannemora), utiliza su libro como base para el guion, que sabe aprovechar el valioso material y lo aprovecha para crear una trama bien urdida, con mucho ritmo y que sabe desechar mediante inteligentes elipsis las partes menos atractivas y centrarse en los auténticos e interesantes conflictos: las relaciones con la mafia para poder rodar la película, la siempre complicada escritura del guion, los problemas económicos de una producción que pretendía ser barata o las difíciles decisiones entre la visión artística y la más puramente empresarial.

El guion consigue desarrollar dramáticamente una gran cantidad de personajes, sus motivaciones, ambiciones y su vida personal; y también son interesantes las relaciones que surgen entre ellos: Al Ruddy y Coppola, en la parte creativa; con Evans para la producción y los contactos con los altos directivos de la Paramount; pero destaca, sobremanera, su relación con el mafioso Joe Colombo. Lo que comienza como unos encuentros necesarios para llevar a cabo la película, deriva en una profunda y bella amistad, contada con delicadeza y hondura.

La serie tiene algunas secuencias memorables. Una de ellas es la cena de Ruddy y Coppola con todo el reparto, justo antes de comenzar el rodaje. Pacino y Brando, como grandes actores del Método que fueron, participan en ella inmersos ya en sus papeles. Es tal la naturalidad y frescura de sus performances, que genera una sonrisa de complicidad entre productor y director, al comprobar cómo habían acertado de lleno en el casting. La otra secuencia es el rodaje de la escena del restaurante, en la que Michael Corleone, después del asesinato de un capo y del jefe de policía, ya no volverá a ser el mismo. Todos los presentes se cercioran de lo buen actor que es Pacino al observar, asombrados, su actuación. Y a partir de ese momento ya nadie duda de que es el actor apropiado para Michael.

Como en El Padrino, la serie ha puesto especial empeño en conseguir un reparto de altura. El protagonista, Miles Teller (Top Gun Maverick), repite en un papel principal de relevancia como ya hiciera en Whiplash. Matthew Goode (Match Point) explota una gran variedad de registros dramáticos como Bob Evans. Y, por último, tanto Anthony Ippolito como Justin Chambers resultan muy creíbles como Al Pacino y Marlon Brando, más allá de su parecido más que razonable.

Firma: Daniel Núñez Hernández

El paciente

La mayoría de capítulos de esta serie tienen un metraje de 25-30 minutos que, en general, suelen tener un ritmo más derivado de la psicología que de la acción de los personajes. Los creadores son los mismos que The americans, una serie de espías rusos en Estados Unidos al final de la Guerra Fría que completó  6 temporadas maravillosas que han marcado una época, y a la que desgraciadamente le sobraba una insistente carga de erotismo que le restaba sutileza y sugerencia.
El paciente es una serie mucho más elegante, pero también menos verosímil. Aunque los dos protagonistas están interpretados con muchísimo talento por los versátiles Steve Carrell (Pequeña Miss Sunshine, La gran apuesta) y Dohmnall Gleeson (Brooklyn, Ex machina), hay varias decisiones de guion que hacen poco creíble la trama. Los arcos dramáticos tienen demasiados comportamientos incomprensibles en una trama en la que los asesinatos son de verdad y, sin embargo, parece que los personajes están jugando una partida del Cluedo en el sotano de su casa. Este enfoque le hace mucho daño a la historia, con personajes como el de la madre del asesino que resultan indefendibles.
El resultado final es un entretenimiento bastante habilidoso en algunas curvas, pero que deja la sensación de producto menor que desaprovecha un reparto y una historia con muchas más posibilidades.
Claudio Sánchez

La dinastía de los Murdoch

Se acaba de estrenar en HBO la cuarta y última temporada de La sucesión, para muchos considerada una de las mejor series actuales. Escribí la crítica en esta web al terminar la segunda temporada mostrando los aciertos y carencias de esta ficción. Lo que no sabía entonces era que la serie está basada en la historia real del australiano Rupert Murdoch y su familia. El magnate más poderoso del mundo en la comunicación tiene una docuserie a la medida que se puede ver en Filmin.
La dinastía de los Murdoch se estrenó en 2020 con la dirección del especialista Jamie Roberts (director del documental Cuatro horas en el Capitolio). Es un reportaje de investigación de primer nivel, que indaga con elegancia y profundidad en un personaje que evidentemente no genera ningún tipo de confianza en el realizador. La documentación es bastante completa, con entrevistas a compañeros de trabajo y familiares directo, además de algunos afectados por las sensacionalistas campañas orquestadas por los medios de Murdoch, como el actor Hugh Grant.
El relato es fascinante de principio a fin, con una edición muy dinámica y adaptada a los diferentes ritmos de la narración. Una docuserie fundamental para entender la influencia de los medios de comunicación y sus amistades peligrosas con los líderes de la política y la economía.
Claudio Sánchez

1883

SkyShowtime va a ocupar literalmente este apartado de la web. La plataforma que acaba de llegar a España hace unas semanas ha desembarcado como un tsunami. 43 series nuevas estrenadas de golpe, y 5 de ellas del creador y guionista Taylor Sheridan (Sicario, Comanchería). No sabría decir si 1883 es la mejor, porque Yellowstone1923Tulsa King y Mayor of Kingstown tienen una categoría superior. Lo mas admirable es que cada una de ellas tiene voz propia, dentro de una dialéctica marcada por la violencia y la contexto de los personajes, habitualmente cercano a las comisarías y las cárceles.
1883 tiene un cuarteto protagonista excepcional. Unos padres con una hija a punto de ser adulta que se empeñan en sobrevivir a un peligroso viaje hacia el Oeste americano, y un veterano cicatrizado en mil muertes y batallas. Él es el que lidera esta población nómada, y sostiene los mejores momentos de la serie, con unos diálogos fantásticos que definen un perdedor luminoso, un inmortal en permanente estado de reconstrucción.
A sus casi 80 años, Sam Elliot había aparecido en grandes películas y series, pero sus 120 personajes han merodeado más bien en la serie B del cine y la televisión. Aquí despliega un personaje extraordinaria que une varias generaciones del western con una naturalidad admirable. 1883 bebe de tanto de La diligencia de Ford como de Sin perdón de Clint Eastwood. Igualmente, la jovencísima Isabel May interpreta a una indómita heredera de un legado en el que han brillado Mauren O´Hara, Marlene Dietrich o Jodie Foster.
La miniserie tiene drama, romance y acción, con una voz en off de reminiscencias literarias que da a la historia profundidad y verdad. Un western moderno que bebe del clásico, con un lenguaje cinematográfico de una artesanía inmortal en el montaje, la banda sonora, la planificación y el diseño de producción.
Claudio Sánchez

Informe Consumo audiovisual en Galicia 2023

En la última década se ha producido toda una revolución en la forma de acceder a los contenidos audiovisuales. A los cam- bios en las audiencias, cada vez más personalizadas, se han su- mado importantes avances en la tecnología que utilizan los me- dios de comunicación. La era digital está marcando el amplio pa- norama audiovisual: la conocida hace años como “caja tonta” se ha convertido en televisor inteligente (Smart Tv); las platafor- mas digitales están en pleno auge –a pesar de algunos retroce- sos– gracias al fenómeno de las series de televisión, y las redes sociales han roto la frontera de los medios tradicionales y ofrecen cada vez más contenidos audiovisuales.

Un sondeo realizado por iCmedia Galicia constata esos cambios en el consumo audiovisual en Galicia. Así, más de la mi- tad de los adolescentes consultados (53,4%) están suscritos o tie- nen acceso a tres o más plataformas digitales. La encuesta revela también que las chicas de entre 12 y 16 años son quienes más tiempo dedican a ver contenidos audiovisuales en distintos dis- positivos: el 34,2% de ellas pasa ante las pantallas más de tres horas al día, diez puntos más que los chicos de esas mismas eda- des (24,2%). En cuanto al uso de las redes sociales entre los ado- lescentes, el número de chicas que pasa más de tres horas diarias en las redes (39,5%) duplica prácticamente al de los chicos (21,7%).

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INFORME CASTELLANO ICMEDIA

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